James Massey, ex marine y veterano de guerra:
“Estamos cometiendo un genocidio en Irak”
Después de meses luchando en el Medio Oriente, este soldado y su mujer hablan de lo que significó la guerra para su familia, de las atrocidades que vio en el frente y de sus sentimientos hacia la administración de Bush.
Nación Domingo
Elizabeth Subercaseaux. Desde Washington.
Antes de partir a Irak, a comienzos de 2003, James Massey (35), soldado profesional del US Marine Corp (USMC), la infantería de marina estadounidense, trabajaba como instructor del Ejército de su país. Su mujer, Jackie (25), estudiaba enfermería en la Universidad de Western Carolina. Formaban una pareja como tantas, que empezaba su vida juntos. Pero ya no más. Toda sonrisa en este matrimonio pertenece al pasado. “El hombre que era mi marido y que un día partió a servir a Irak gozaba de los autos, del cine, de acampar y de la música, todas esas cosas simples de la vida. Era un hombre contento y relajado que dormía toda la noche. La persona que volvió de la guerra vive al límite de la paranoia, deprimido, enojado, es incapaz de gozar de nada sabiendo lo que padecen sus compañeros de armas y noche tras noche despierta gritando por culpa de las pesadillas, víctima de un terrible síndrome de estrés postraumático”, cuenta Jackie.
Jimmy estuvo diez meses en Irak, desde enero de 2003 hasta comienzos de 2004, combatiendo en el Pelotón 1 del Tercer Batallón de la Primera División del USMC. A su regreso, enfermo con todo lo que padeció en el frente, se integró al movimiento Veteranos Contra la Guerra de Irak, y desde entonces tanto él como su mujer han pasado gran parte de su tiempo dando a conocer la verdadera cara de esta tragedia.
Al comienzo, cuentan, cuando Bush decidió invadir Irak, tanto Jimmy como su mujer creyeron lo que la administración decía. “Nos tragamos todos sus mentiras”, señala ella. Jimmy partió a la guerra convencido de que en Medio Oriente encontrarían armas de destrucción masiva, de que Al Qaeda tenía una relación estrecha con Sadam Hussein y que el dictador iraquí era uno de los responsables del atentado a las Torres Gemelas. Era 2003, el comienzo de todo.
“Cuando Jimmy se fue juramos que nos escribiríamos todos los días, pasara lo que pasara. Y lo hicimos. Las primeras cartas fueron sobre asuntos rutinarios, una misión por aquí, un campamento que se levantaba por allá, cosas de esas. Pero después de unas semanas las cartas empezaron a ponerse negras y Jimmy me decía que no podía dormir: las bombas explotaban alrededor del campamento, en todas partes, y cuando lograba conciliar el sueño despertaba con horrendas pesadillas de lo que había visto en el día; pero nunca me decía qué era lo que había visto. Poco a poco me empezó a quedar claro que ni Jimmy ni sus compañeros de armas estaban de acuerdo con lo que estaba pasando allí, y que lo único que querían era regresar a casa cuanto antes”.
-¿Y qué era lo que habías visto en el día y no le contabas a tu mujer, Jimmy?
-Destrucción por todas partes, destrucción innecesaria, y muerte; tanta muerte que en las noches me cuestionaba mi propio derecho a seguir existiendo. Lo que más me impactó, siempre, fue el sufrimiento de los niños. Se suponía que los soldados americanos, íbamos a apoyarlos, pero eso nunca ocurrió. Se suponía que después de 13 años viviendo bajo las sanciones impuestas por el propio Estados Unidos, que nosotros estuviéramos allí les serviría para que pudieran vivir mejor. Pero no lo hicimos. Sólo matar. Nunca olvidaré el día en que fuimos a un orfelinato de niñas y una niñita iraquí se me acerca y me alcanza una nota donde me agradecía por haber liberado a su país de Sadam Hussein. Yo tomé la nota y pensé que lo triste era que en realidad no los estábamos liberando de Saddam para hacerlos más felices, más libres y más dignos, sino para robarles el petróleo y alimentar nuestra industria militar.
-¿Cómo fue su reacción y la de sus compañeros de armas cuando, una vez que llegaron a Irak se dieron cuenta de que la administración de Bush había mentido a los soldados, que no había armas nucleares y Sadam Hussein no había tenido participación alguna en los ataques a Nueva York?
-Efectivamente los soldados hablaban de esto, y ahora mucho más, pues la situación es mucho peor ahora de lo que era cuando yo estuve allí. Yo mismo lo he hablado mucho con otros soldados y debo decirle que un marine profesional, como nosotros, tiene el deber, el derecho y el privilegio de rebelarse en contra de órdenes ilegales. Usted no se imagina la enorme cantidad de marines que piensan lo mismo que yo, y hay muchos de ellos hablando en contra de esta guerra, no sólo en Estados Unidos sino en el mundo. Como yo. Nos avergüenza lo que nuestro país está haciendo en el Medio Oriente.
PESCANDO TRUCHAS CON PUTIN
El día que se realizó esta entrevista, los diarios estadounidenses mostraban en primera plana una fotografía del Presidente George W. Bush y su homólogo ruso, Vladimir Putin, en las costas de Kennebunkport, Maine. Bush había invitado a su colega a pasar un fin de semana en la bella propiedad que tienen sus padres en este elegante balneario de la costa este. La foto mostraba a ambos gobernantes de pie en la cubierta del yate, la brisa marina desarbolando sus cabellos, sonriendo con sus aperos de pesca, a la caza de truchas y lenguados. Ese mismo día, las noticias informaban que la escalada de violencia en Irak había dejado a otros 14 soldados norteamericanos despedazados por las bombas. “Llevamos años viendo fotos de Bush pescando truchas, jugando golf o paseando en bicicleta, mientras los soldados pierden los brazos, las piernas y las cabezas”, dice Jackie. “Honestamente, creo que Bush no es capaz de empatizar con nadie. Vive en una burbuja donde puede pensar y hacer lo que quiera sin ninguna consecuencia. No le importa que muera gente inocente todos los días como resultado de esta guerra”.
“Esta es una guerra ilegal que ha violado seriamente las normativas de la Convención de Ginebra”, añade Jimmy, quien el año pasado, junto a la periodista francesa Natasha Saulnier, publicó un libro llamado “Kill, kill, kill” (traducido al español como “Cowboys del infierno”), donde cuenta sus vivencias en el frente. “Y en cuanto a mi, personalmente, cada día que me queda de vida tendré que vivirlo sabiendo que he matado a inocentes por una mentira”, señala.
-¿Qué mensaje le gustaría pasar?
-Lo que yo quiero decir al mundo, como soldado estadounidense, es que en Irak estamos cometiendo un genocidio. No solamente estamos asesinando a inocentes todos los días sino que hemos esparcido suficiente depleted uranium (uranio radiactivo) como para que el genocidio continúe por muchos años.
-Hábleme del uranio radioactivo, ¿qué significa?
-Las municiones depleted uranium (DU) son fabricadas con residuos nucleares. En forma de munición no significa un mayor peligro, pero una vez que la munición ha sido disparada, todo cambia. Un vehículo que ha sido atacado con DU queda completamente contaminado. Las partículas, trasportadas por el aire, el agua y donde sea que aterricen, contaminan la tierra, el agua o los pulmones de quien sea que las respire. Los soldados que han sido contaminados con DU tienen problemas en los pulmones, en la columna vertebral y en los huesos, y un gran porcentaje de posibilidades de tener niños con todo tipo de malformaciones congénitas. En Irak hay niños que están naciendo, ya no ciegos, sino sin ojos, a causa de uranio radiactivo que nosotros hemos desparramado por todas partes. Los iraquíes están sufriendo los efectos colaterales día a día.
CÓMO SE TERMINA
Eso de que todos saben cómo y cuándo empieza una guerra, pero nadie cómo termina, nunca fue más cierto que ahora. “Una consecuencia garantizada de esta guerra es la completa devastación de Irak”, dice Jimmy. “No sólo devastación para Irak sino también para el pueblo norteamericano”, agrega su mujer. “Se han perdido demasiadas vidas inocentes en esta guerra inmoral, no hay manera de curar las heridas de los familiares, los hijos, los amigos de los muertos”.
-Como cónyuge de un marine que casi pierde la vida en Irak, ¿qué le diría a Bush si se lo encontrara de frente?
-Usted es un cobarde a quien no le importan más que sus propios intereses; lo responsabilizo por el síndrome de estrés postraumático que padece mi marido, por las miles de vidas inocentes que se han perdido gracias a sus mentiras, por el dolor y la pena de los familiares de miles de soldados que han perdido su vida, y por los otros miles que regresarán a su país deshabilitados tanto física como mentalmente. Usted tomó un buen puñado de mentiras, las envolvió y las convirtió en un paquete de miedo que ha precipitado a nuestro país a un abismo. Usted y su administración han destruido a Estados Unidos y debieran ser juzgados como criminales por la larga lista de leyes que han violado.
-El senador McCain, otro candidato republicano, ha dicho que sacar a los soldados de Irak convertiría aquel lugar en un verdadero infierno, aún peor de lo que es ahora. ¿Está de acuerdo con eso?
-No -señala Jim-, yo creo que la situación se va a poner peor en la medida en que la presencia de Occidente se mantenga. Si la OTAN quiere involucrarse para reconstruir Irak, muy bien, sería muy positivo, pero finalmente deben ser las fuerzas del Medio Oriente quienes decidan como reconstruir sus países, no Estados Unidos.
-¿No le parece un trago demasiado amargo para esos países esto de que llegue el Ejército norteamericano, los destruya y luego les diga reconstrúyanse ustedes lo mejor que puedan?
-Estoy de acuerdo, todo esto no es más que un cúmulo de acciones criminales, tal como dice Jackie. Por eso estoy en contra de esta guerra que yo mismo he peleado, por eso es que nos odian.
-¿Cuál es la mejor estrategia de salida?
-No hay más que una: la salida inmediata, a partir de ahora mismo, de todas las tropas extranjeras en el Medio Oriente. LND
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